lunes, 22 de marzo de 2010

Documento de Santo Domingo

Las conclusiones de Santo Domingo, escritas y aprobadas por los Obispos del Continente, son en realidad de verdad, un documento del Magisterio Episcopal.

Bajo esta óptica tenemos que leer a Santo Domingo: A la luz de la Fe, con mentalidad pastoral, como aplicación práctica del Magisterio del Papa. No hay solución de continuidad en la acción evangelizadora de la Iglesia de América Latina. Al contrario, hay una perfecta unidad y coherencia.

Santo Domingo en efecto, retoma lo mejor de Medellín, lo mejor de Puebla, y presenta una nueva visión del Vaticano II, una nueva actitud en el campo sociopolítico, una nueva conciencia frente a los cambios culturales, una nueva reflexión a partir de sus líneas prioritarias pastorales, unas nuevas respuestas a partir de la exigencias de la misión de hoy.

Es interesante observar la unidad de las Conclusiones. Los temas, tanto los de la promoción humana, como los de la cultura cristiana, o los de la Nueva Evangelización, llevan siempre estos tres momentos: Una breve iluminación teológica, unos claros desafíos y unas muy actualizadas líneas pastorales.

¿Cuál fue el telón de fondo de Santo Domingo?

Pienso que las Conclusiones de Santo Domingo no sólo fueron la explicitación del tema propuesto por el Papa Juan Pablo II, sino que constituyeron la más fresca relectura en aquel entonces del reciente Magisterio Pontificio.

Una praxis loable ha sido la de que la Iglesia de América Latina ofrezca periódicamente una amplia resonancia oficial de los últimos pronunciamientos del Magisterio Petrino.

Río de Janeiro (1955) fue una actualización del primer Concilio Plenario Latinoamericano reunido en Roma en 1899.
Medellín (1968) significó una lectura completa y audaz del Concilio Vaticano II que acababa de celebrarse tres años antes.
Puebla (1979) constituyó una luminosa aplicación de la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI en 1975.

¿Se cumplieron los objetivos de Santo Domingo?

Tres fueron los objetivos propuestos:

El primero: Celebrar a Jesucristo es decir, la Fe y el mensaje del Señor crucificado y resucitado, difundido por todo el Continente y centro de la vida y de la misión de la Iglesia, para que el nombre del mismo Jesucristo quede en los labios y en el corazón de todos los latinoamericanos.

El segundo: Proseguir y profundizar, según las ineludibles exigencias pastorales del momento presente, las orientaciones de Medellín y Puebla, con miras a una renovada evangelización del Continente que penetre profundamente en el corazón de las personas y las culturas de los pueblos, y sea el espíritu que anime permanentemente la promoción humana.

El tercero: Estudiar y planear la misión evangelizadora de la Iglesia en el Continente latinoamericano, de modo que con la rica experiencia del pasado y teniendo presente los cambios profundos que se registran en nuestro tiempo, pueda afrontar con ardor, esperanza y docilidad al Espíritu el reto del futuro.

¿En que medida entonces se cumplieron en Santo Domingo los precedentes objetivos?

El primer objetivo: La IV Conferencia fue sin lugar a dudas una auténtica celebración de Jesucristo. No en vano el Papa había señalado como su slogan o hilo conductor de la temática, el texto de la Carta a los Hebreos Jesucristo, Ayer, Hoy y Siempre (Hb 13, 8).

El mismo Pontífice lo proclamó en su Discurso Inaugural: “En este encuentro eclesial sentimos muy viva la presencia de Jesucristo Señor de la Historia” (DI 1).

Las tres grandes partes de las Conclusiones explicitan de modo particular la Fe en Jesucristo:

Jesucristo, Evangelio del Padre.
Jesucristo, Evangelizador viviente en su Iglesia.
Jesucristo, Vida y esperanza de América Latina y el Caribe

Los numerales 1 al 15 de la primera parte son precisamente una hermosa profesión de fe en Jesucristo. De un Jesucristo sin reduccionismos.

Todo el Documento, tanto en su reflexión teológica, como en sus líneas pastorales, está permeado por la persona de Jesucristo.

Y los Obispos concluyen: “Revisando nuestro camino, proclamamos con nuevo ardor nuestra fe en Jesucristo, Hijo de Dios vivo, única razón de nuestra vida y fuente de nuestra misión. El es el camino, la verdad y la vida. El nos da la vida que deseamos comunicar plenamente a nuestros pueblos para que tengan todos un espíritu de solidaridad, reconciliación y esperanza” (SD 288).

El segundo objetivo: El temor de que Santo Domingo hiciera caso omiso de las opciones de Medellín y Puebla o significara un retroceso respecto de las Asambleas anteriores, quedó ampliamente descartado.

La preocupación de que al contrario, las opciones de Medellín y Puebla fuesen fortalecidas en la IV Conferencia, se convirtió en una constante en la etapa de preparación. Pero las deliberaciones de la Asamblea y sus propias Conclusiones no dejaron la menor duda de este anhelado fortalecimiento, por cuanto los pastores en su mayoría fueron conscientes de que tanto la Segunda como la Tercera Conferencia eran y son conquistas pastorales de la Iglesia de América Latina, las cuales siguen teniendo plena vigencia y actualidad.

El tercer objetivo: Pienso que Santo Domingo también ofrece en sus Conclusiones los elementos fundamentales para iniciar la planeación de la misión evangelizadora de la Iglesia del Continente, de cara al futuro. “Ecclesia en America” va a llegar más tarde a darle el espaldarazo definitivo.

Si alguna Institución cultiva la memoria histórica para deducir las enseñanzas del pasado, esa es la Iglesia.

Si alguna Institución camina hacia el futuro, y esto por su naturaleza escatológica, esa es la Iglesia.

Con su experiencia de luces y sombras en la primera evangelización, y como experta en humanidades, ella es consciente de los cambios profundos que trae consigo la nueva cultura.

Creo que caemos en una trampa si nos quedamos comparando a Santo Domingo con Medellín o Puebla. Ellos, sobre todo el primero, se llevaron el premio de la novedad. Pero los tres tienen su propia identidad y originalidad. La historia camina y la Iglesia crece.

Para concluir, se puede afirmar que Santo Domingo, a pesar de sus normales tensiones, pero con una visible presencia del Espíritu, cumplió con creces los objetivos señalados y produjo unas Conclusiones que se pueden considerar como una excelente herramienta pastoral para la Nueva Evangelización.

Documento de Puebla

La Evangelización tiene una universalidad sin fronteras: «Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda creatura» (Mc 16, 15). La Iglesia, depositaria de la Buena Nueva y evangelizadora comienza por evangelizarse a sí misma. Este mandato del Señor, del que son depositarios todos los cristianos, motiva un esfuerzo común, impulsado por el Espíritu Santo a dar testimonio de nuestra esperanza «ante todas las gentes». Frente a la responsabilidad de la Evangelización, la Iglesia Católica se abre a un diálogo de comunión, buscando áreas de participación para el anuncio universal de la salvación. Esto supone que Evangelización y Diálogo están íntimamente relacionados. Las áreas de intercambio que se abren ante la Iglesia son muchas y variadas, pero aquí, conforme al Concilio y a la Encíclica Ecclesiam Suam, las hemos concretado a tres: los cristianos no católicos; los no cristianos; los no creyentes.

El Continente latinoamericano fue evangelizado en la Fe católica desde el descubrimiento. Esto constituye un rasgo fundamental de identidad y unidad del Continente y, a la vez, una tarea permanente. Por diversas causas se aprecia hoy un creciente pluralismo religioso e ideológico.

Criterios doctrinales

Evangelización y diálogo. En toda evangelización resuena la palabra de Cristo, que es a su vez Palabra del Padre. Esta palabra busca la respuesta de fe. Pero también la misma palabra, proclamada por la Iglesia, quiere entrar en fecundo intercambio con las manifestaciones religiosas y culturales que caracterizan nuestro mundo pluralista de hoy. Esto es el diálogo, que tiene siempre un carácter testimonial, en el máximo respeto de la persona y de la identidad del interlocutor. El diálogo tiene sus exigencias de lealtad e integridad por ambas partes. No se opone a la universalidad de la proclamación del Evangelio, sino que la completa por otra vía y salva siempre la obligación que incumbe a la Iglesia de compartir el Evangelio con todos. Es oportuno recordar aquí que precisamente en el ámbito de la misión nació, en el siglo pasado, por la gracia del Espíritu Santo, la preocupación ecuménica; no se puede predicar un Cristo dividido.

Siendo esto así, la Iglesia en el Concilio impulsa a pastores y fieles a que «reconociendo los signos de los tiempos participen diligentemente en la labor ecuménica», a fin de «promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos», «uno de los principales propósitos del Concilio» (UR 4).

Respecto del judaísmo, el Vaticano II «recuerda el vínculo con que el Pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham» y por ello «quiere fomentar y recomendar el mutuo reconocimiento y aprecio» (NA 4) entre los fieles de ambas religiones.

La voluntad salvífica universal de Dios alcanza a todos los hombres; la Iglesia está persuadida de que habiendo Cristo muerto por todos y siendo una sola la vocación última del hombre, es decir, divina, el Espíritu Santo ofrece a todos las posibilidades de ser asociados de modo solamente conocido por Dios al misterio pascual. Siendo la fe personal un acto libre, es menester que la Iglesia, dialogante, se aproxime a los no creyentes con el mayor respeto de su libertad personal, procurando comprender sus motivaciones y razones. La no creencia, por lo demás, constituye una interpelación y un reto a la fidelidad y autenticidad de los creyentes y de la Iglesia.

Aspectos pastorales

Fomentar una actitud más sencilla, humilde y autocrítica en la Iglesia y en los cristianos como condición para un diálogo religioso fecundo.
Promover en los diversos niveles y sectores en que el diálogo se establece, un compromiso común decidido en la defensa y promoción de los derechos fundamentales de todo el hombre y de todos los hombres, especialmente de los más necesitados, colaborando en la edificación de una nueva sociedad más justa y más libre.
Procurar la adecuada exposición de la doctrina católica, que ofrezca una justa «jerarquía de verdades» (UR 11) y una respuesta válida a los planteamientos que le vienen de la situación concreta latinoamericana. Procurar igualmente la educación, formación e información necesarias en orden al ecumenismo y al diálogo religioso en general, particularmente a los agentes de pastoral.

Promover, en perspectiva ecuménica, un testimonio común a través de: oración, semana por la unidad, acción bíblica conjunta, grupos de estudio y reflexión y en donde sea posible comisiones y consejos interconfesionales, a diversos niveles.
Estudiar diligentemente el fenómeno de los «movimientos religiosos libres» y las causas que motivan su rápido crecimiento, para responder en nuestras comunidades eclesiales a los anhelos y planteamientos a los cuales dichos movimientos buscan dar una respuesta, tales como liturgia viva, fraternidad sentida y activa participación misionera.

Propiciar el diálogo religioso con los judíos teniendo presente los principios y puntos contenidos en las «orientaciones y sugerencias para la aplicación de la Declaración Nostra Aetate»
Informar y orientar a nuestras comunidades, en base a un lúcido discernimiento, acerca de las formas religiosas o para -religiosas arriba mencionadas y las distorsiones que encierran para la vivencia de la fe cristiana.
Activar una presencia más decidida en los centros donde se generan las vigencias culturales y de donde emergen los nuevos protagonismos. En este sentido se hace necesaria una pastoral orgánica de la cultura, del movimiento de los trabajadores y de la juventud.

Tomar conciencia de la realidad y extensión del fenómeno de la no creencia, con miras a la purificación de la fe de los creyentes; a la coherencia entre fe y vida y a la colaboración «en verdadera paz, para la edificación del mundo» (GS 92).
Finalmente, considerar la dimensión ecuménica, así como la apertura al diálogo con el mundo no cristiano y de la no -creencia, más que como tareas sectoriales, como una perspectiva global del quehacer evangelizador.

El DOCUMENTO DE MEDELLÍN (1968)

Las opciones de Medellín para la Iglesia de América Latina:

· Opción por el hombre: concepto de opción: búsqueda del sujeto, búsqueda profunda de toda la persona.
· Opción por el hombre en su totalidad, cuerpo y alma.
· Opción de Cristo: hacer la voluntad del Padre, a través de su vida Jesús realiza la profunda comunión con el Padre.
· En su muerte Jesús, toma una opción precisa y radical, su vida Cfr. Juan 12, 24, término que designa al que carece de bienes, pan, techo etc. Todos: son aquellos de quienes la sociedad espera de ellos enfermos, desnudos, presos.
· Amor de preferencia por los pobres: Jesús se entrega por muchos, pero hay una opción (no exclusiva) por los más pequeños.
· La Iglesia es servidora de todos los pobres, no confundir los pobres, con el proletariado.
· Concepto de liberación: liberación mira a todo hombre y a todos los hombres.
· Liberación es el verdadero desarrollo, que es el paso para cada uno y para todos.
· No tenemos soluciones técnicas, ni remedios imposibles.
· El sacerdote formará a los laicos, en conciencia cristiana en la elaboración del progreso, en lo económico, lo social, político.
· Al sacerdote no le incumbe, ni de líder, ni portador de soluciones, su misión es netamente religiosa.
· La liberación tiende a la conversión profunda, personal y social que conduce a los cambios de estructura.
· ES decir primero la conversión personal, yo, después transmite este cambios a la sociedad.
· Para nuestra verdadera liberación, todos los hombres necesitamos una profunda conversión.
· El mensaje cristiano no es el cambio de estructuras, sino la conversión del hombre.
· No habrá un continente nuevo, sin hombres nuevos.


Medellín 33 años después, valores, aportes y frutos.

Medellín tenía por tema global el siguiente: la Iglesia en la actual transformación de América Latina, a la luz del Concilio, por ello se ha dicho que es la aplicación del Concilio Vaticano II en América Latina. Sin duda sobre Medellín influyó mucho la pobreza tan extrema de tantos es estas tierras, por lo que en las conclusiones destacó, entre los temas principales, la preocupación por los pobres, la que después se conocería como "opción preferencial." Poco después, como se sabe, surgió la llamada "teología de la liberación." Lastimosamente algunos le dieron una inspiración claramente marxista, pues sostenían que Marx tenía una solución científica" a la pobreza. Trataron de armonizar la liberación de Cristo, que fundamentalmente es redención, con ésa meramente humana y que difícilmente podría dejar de lado el materialismo. Esto hizo que se olvidasen otros temas fundamentales del mismo Medellín, como por ejemplo la "Evangelización y crecimiento en la fe."

Es conveniente tomar Medellín, junto con Puebla y con Santo Domingo, que lo aplicaron y explicitaron, y también aclararon todo lo que algunos trataron de desviar después de Medellín. En efecto Puebla aclaró, que la opción preferencial por los pobres era importante, pero no era "exclusiva ni excluyente" y remarcó que la liberación era "integral" como ya lo había expresado Medellín. No puede la Iglesia ocuparse en primer lugar de la pobreza económica, de la liberación económica, sino de lo espiritual - religioso y junto a esta realidad primordial y trascendente, debe también hacer todo lo posible para solucionar la pobreza económica. Ambas son liberación - redención. Por ello en Santo Domingo, sin dejar de lado Medellín, se resalta la persona de Cristo "ayer, hoy y siempre." Sin Cristo no hay liberación eterna, que es la principal liberación también para los pobres. A 33 años de Medellín hay una preocupación especial por los pobres no sólo en su pobreza, y no podemos dejar de trabajar en ello todo lo posible. No basta con decirlo, como hacen algunos que luego no hacen nada para poner algún remedio dentro de sus almas del pobre, que de hecho puede hacer mal moral y separarse de Cristo. Esta mirada sólo o principalmente material, se debe en buena medida a la desviación que efectuó aquella teología de la inspiración marxista. Hoy influye más el secularismo materialista que propugna el consumismo y es o ateo o agnóstico. Por todo eso debemos tener un pensamiento de conjunto que lea Medellín con puebla y Santo Domingo. Así encontraremos los principios que nos permiten comprender que Cristo está siempre y que él es quien realiza la verdadera liberación integral.

Conclusión

· Apuntan hacia una acción, praxis que Medellín alienta y deriva de sus principales ideas - fuerzas y se concretiza en los diversos aspectos de la realidad eclesial y social latinoamericana sobre los cuales incide.
· Tal evangelización asumida como un exigente proceso integral se enfrenta con serias dificultades, estas se manifiestan tanto en las personas que requieren una constante conversión al Señor, como desde unas estructuras sociales que no coinciden con la iluminación religiosa; crisis demográfica, económicas, culturales, migraciones internas, en fin un mundo en proceso de cambio que requiere de una urgente re - evangelización.

Prólogo

No desconocer su actualidad, su pastoral, sus líneas. Y no mucho en sus conclusiones, (no es un Concilio)
Medellín es un Espíritu de renovación de nuestra Iglesia, solo en América Latina.
Es un impulso pastoral, no es receta, ni una solución.
Es la lectura de los acontecimientos con fe, es interpretación de los tiempos.
Fruto temprano de la renovación Conciliar.
Sin el Vaticano II hubiera sido imposible Medellín.
Profundización en la Iglesia como misterio de comunión (en los obispos, el Papa, no puede haber comunión aquel que se separe del magisterio)
La relación Iglesia - mundo: la Iglesia está en diálogo con el mundo, el mundo nos interpela muestra fe, estar dispuestos a responder.
Eco del magisterio: con los documentos de la Iglesia, el magisterio sostiene que la violencia" está como "no cristiana ni evangélica."

Repuesta pastoral

Los obispos están obligados sólo ellos, de discernir los "signos de los tiempos."
Se asume la responsabilidad por la justicia, por la auténtica liberación. Pero con la caridad.

Medellín habla de tres grandes áreas

Promoción humana: justicia, paz, familia, educación.
Evangelización y crecimiento en la fe.
Iglesia visible y sus estructuras: sacerdotes, religiosos, formación del clero, pobreza de la Iglesia.
No se puede apreciar sola una conclusión, haciendo omiso al resto, o cuando se habla fuera del contexto.
Medellín es fruto de la vida de las comunidades cristianas representadas en sus obispos.
No es justo imaginar que un puñado de obispos hubiera hecho Medellín, todos los episcopados contribuyeron.
Medellín no es un manifiesto político, sino una presencia profética de la Iglesia.

Opciones de Medellín: una Iglesia profética, en el sentido bíblico del concepto. Mirar los acontecimientos desde la fe. Anuncio del Reino de Dios.

Documento de Aparecida V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe

1. Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él.

2. Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”. Reconocen con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una nueva etapa pastoral, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” Se han propuesto renovar las comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la transmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen las culturas de los pueblos.

3. En ese contexto y con ese espíritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento final. El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera, que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión. Ese esquema tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

4. La primera parte se titula La vida de nuestros pueblos. Allí se considera, brevemente, al sujeto que mira la realidad y que bendice a Dios por todos los dones recibidos, en especial, por la gracia de la fe que lo hace seguidor de Jesús y por el gozo de participar en la misión eclesial. Ese capítulo primero, que tiene el tono de un himno de alabanza y acción de gracias, se denomina Los discípulos misioneros. Inmediatamente sigue el capítulo segundo, el más largo de esta parte, titulado Mirada de los discípulos misioneros hacia la realidad. Con una mirada teologal y pastoral considera, con cierto detenimiento, los grandes cambios que están sucediendo en nuestro continente y en el mundo, y que interpelan a la evangelización. Se analizan varios procesos históricos complejos y en curso en los niveles sociocultural, económico, sociopolítico, étnico y ecológico, y se disciernen grandes desafíos como la globalización, la injusticia estructural, la crisis en la trasmisión de la fe y otros. Allí se plantean muchas realidades que afectan la vida cotidiana de nuestros pueblos. En ese contexto, considera la difícil situación de nuestra Iglesia en esta hora de desafíos, haciendo un balance de signos positivos y negativos.

5. La segunda parte, a partir de la mirada al hoy de América Latina y El Caribe, ingresa en el núcleo del tema. Su título es La Vida de Jesucristo en los discípulos misioneros. Indica la belleza de la fe en Jesucristo como fuente de Vida para los hombres y mujeres que se unen a Él y recorren el camino del discipulado misionero. Aquí, tomando como eje la Vida que Cristo nos ha traído, se tratan, en cuatro capítulos sucesivos, grandes dimensiones interrelacionadas que conciernen a los cristianos en cuanto discípulos misioneros de Cristo: la alegría de ser llamados a anunciar el Evangelio, con todas sus repercusiones como “buena noticia” en la persona y en la sociedad; la vocación a la santidad que hemos recibido los que seguimos a Jesús, al ser configurados con Él y estar animados por el Espíritu Santo; la comunión de todo el Pueblo de Dios y de todos en el Pueblo de Dios, contemplando desde la perspectiva discipular y misionera los distintos miembros de la Iglesia con sus vocaciones específicas, y el diálogo ecuménico, el vínculo con el judaísmo el diálogo interreligioso; por fin, se plantea un itinerario para los discípulos misioneros que considera la riqueza espiritual de la piedad popular católica, una espiritualidad trinitaria, cristocéntrica y mariana de estilo comunitario y misionero, y variados procesos formativos, con sus criterios y sus lugares según los diversos fieles cristianos, prestando especial atención a la iniciación cristiana, la catequesis permanente y la formación pastoral. Aquí está una de las novedades del Documento que busca revitalizar la vida de los bautizados para que permanezcan y avancen en el seguimiento de Jesús.

6. La tercera parte ingresa plenamente en la misión actual de la Iglesia latinoamericana y caribeña. Conforme al tema se la formula con el título La vida de Jesucristo para nuestros pueblos. Sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos teológicos, aquí se consideran las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero. En un núcleo decisivo del Documento se presenta La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena, considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla. Aquí se desarrolla una gran opción de la Conferencia: convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera. Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales. Aquí se impulsa una misión continental que tendría por agentes a las diócesis y a los episcopados Luego se analizan algunos ámbitos y algunas prioridades que se quieren impulsar en la misión de los discípulos entre nuestros pueblos al alba del tercer milenio. En El Reino de Dios y la promoción de la dignidad humana se confirma la opción preferencial por los pobres y excluidos que se remonta a Medellín, a partir del hecho de que en Cristo Dios se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza, se reconocen nuevos rostros de los pobres, los desempleados, migrantes, abandonados, enfermos, y otros) y se promueve la justicia y la solidaridad internacional. Bajo el título Familia, personas y vida, a partir del anuncio de la Buena Noticia de la dignidad infinita de todo ser humano, creado a imagen de Dios y recreado como hijo de Dios, se promueve una cultura del amor en el matrimonio y en la familia, y una cultura del respeto a la vida en la sociedad; al mismo tiempo se desea acompañar pastoralmente a las personas en sus diversas condiciones de niños, jóvenes y adultos mayores, de mujeres y varones, y se fomenta el cuidado del medio ambiente como casa común En el último capítulo, titulado Nuestros pueblos y la cultura, continuando y actualizando las opciones de Puebla y de Santo Domingo por la evangelización de la cultura y la evangelización inculturada, se tratan los desafíos pastorales de la educación y la comunicación, los nuevos areópagos y los centros de la decisión, la pastoral de las grandes ciudades, la presencia de cristianos en la vida pública, especialmente el compromiso político de los laicos por una ciudadanía plena en la sociedad democrática, la solidaridad con los pueblos indígenas y afrodescendientes, y una acción evangelizadora que señale caminos de reconciliación, fraternidad e integración entre nuestros pueblos, para formar una comunidad regional de naciones en América Latina y El Caribe.

7. Con un tono evangélico y pastoral, un lenguaje directo y propositivo, un espíritu interpelante y alentador, un entusiasmo misionero y esperanzado, una búsqueda creativa y realista, el Documento quiere renovar en todos los miembros de la Iglesia, convocados a ser discípulos misioneros de Cristo, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar”. Llevando las naves y echando las redes mar adentro, desea comunicar el amor del Padre que está en el cielo y la alegría de ser cristianos a todos los bautizados y bautizadas, para que proclamen con audacia a Jesucristo al servicio de una vida en plenitud para nuestros pueblos. Con las palabras de los discípulos de Emaús y con la plegaria del Papa en su Discurso inaugural, el Documento concluye con una oración dirigida a Jesucristo: “Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado” (Lc 24,29).

8. Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por América Latina y El Caribe, los discípulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el rostro de la Virgen María. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe, hace sentir a sus hijos más pequeños que están cobijados por su manto, y desde aquí, en Aparecida, nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jesús, porque Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6), sólo Él tiene “palabras de Vida eterna” (Jn 6,68) y Él vino para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

martes, 9 de marzo de 2010

Magisterio de la Iglesia

El magisterio de la Iglesia es la expresión con que la Iglesia Católica se refiere a la función y autoridad de enseñar que tienen el Papa (Magisterio Pontificio) y los obispos que están en comunión con él.

Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: "El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escritura, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo", es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma.

Dentro del Magisterio Eclesiástico se distinguen:

El Magisterio Solemne (o extraordinario) es infalible (no puede contener error) e incluye las enseñanzas infalibles de los papas y de los concilios. Lo contenido en el Magisterio Sagrado es irrevocable, es decir, no puede contradecirse ni aún por el Papa o los concilios, quedando fijado para siempre.


El Magisterio Ordinario consiste en las enseñanzas no infalibles de los papas y los concilios, las de los obispos y las conferencias episcopales, y aunque el fiel católico debe creerlo y proclamarlo, cabe que decisiones posteriores del Magisterio alteren o contradigan su contenido anterior.

La obligación del fiel católico es creer y defender activamente todo lo que enseña el Magisterio Eclesiástico Sagrado, con la plenitud de su fe, y también lo que enseña el Magisterio Ordinario, pero con un grado menor.

En lenguaje moderno el Magisterio cumple para la Iglesia una función de "Gestión del Conocimiento" de carácter transcultural y transtemporal. Conserva, comunica y actualiza la Verdad perenne del hombre, de Dios, del mundo y de la Iglesia que nos ha comunicado la Revelación por la fe de los Apóstoles.El Magisterio eclesial no añade, no suprime, no corrige, no omite NADA de la Revelación para ser fiel al Señor de la Vida que camina con nosotros haciendo acontecer la salvación/liberación de Dios en nuestra historia y hasta la plenitud de la Parusía a través de la Revelación dada en Jesucristo, verdadero hombre, verdadero Dios.

El magisterio latinoamericano

El magisterio latinoamericano, siempre en comunión con el Obispo de Roma, "primero entre los iguales", tiene el carácter profético propio de la reflexión teológica y pastoral suscitada en nuestro Continente por el Espíritu Santo. Ésta característica enriquece el acervo del Magisterio Universal (Católico) y tiene la capacidad de iluminar, en simbiosis, al magisterio creado en Roma o en cualquier otro lugar del mundo; de ahí la necesidad de un blog como éste que ayude a profundizar en las características y mensaje de la reflexión teológica y pastoral de nuestros obispos latinoamericanos, haciendo especial énfasis en los documentos emanados de las asambleas episcopales del CELAM (Consejo Episcopal latinoamericano)

Documentos Latinoamericanos:

1.- Documento de Aparecida
2.- Documento de Santo Domingo
3.- Documento de Puebla
4.- Documento de Medellín
5.- Documento Río de Janeiro

ACTIVIDAD

a.- Elabora un compromiso de vivir de acuerdo a los principios de su fe religiosa.
b.- Elaboran alternativas de solución desde su cultura juvenil para afrontar la problemática peruana.
c.- Investigan Los documentos de la Iglesia Latinoamericana: Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida.